Los espacios arquitectónicos predefinen como es que interactuamos con los demás y la naturaleza, los muros o ventanas bloquean o dejan pasar esa luz para cualquiera de las direcciones posibles. En nuestro andar por esta industria nos hemos deslumbrado por lanzamientos y acontecimientos que marcaron la percepción de nuestro negocio y también nuestra pasión, con el paso del tiempo y la experiencia esos muros que limitan lo que alcanzamos a percibir se convierten en ventanas. Así es como adoptamos gustos, preferencias y desagrados con ciertas marcas y productos, teniendo como referencia una gran o pésima experiencia.

Al sonido lo medimos desde nuestro oído hacia adentro, a nuestro oído de la cabeza hacia afuera, cada uno se auto evalúa y determina su sabor favorito y luego lo expresa de maneras distintas, nos volvemos crédulos de las experiencias, personales y ajenas, influenciamos y nos dejamos influenciar, el vaivén no se acaba.

Las personas, marcas, productos y sucesos nos dejan huella, en algún momento vamos a imitar a alguien más, adoptaremos gustos diferentes, quizá más sofisticados o quizá más simples, defenderemos las marcas que representamos, seremos resultado de la influencia y con suerte convenceremos a más a beneficio del negocio.

En los últimos años se han vivido cambios dramáticos en la industria del audio y video, donde empresas de renombre son adquiridas por otras que para nosotros eran desconocidas, la manera de lograr la permanencia en el mercado es distinta, el objetivo es sobrevivir y se requiere evolución para conseguirlo, en ocasiones exige cambiar de uniforme, adquirir nuevas credenciales, reemplazar catálogos, anaqueles y gente.

Nuestros gustos o recomendaciones no nos harán mejor o peor persona, las marcas con las que trabajamos pueden ser cajas negras; en la creatividad y habilidad para hacerlas funcionar de una mejor manera radica el éxito.

Nos movemos como marionetas, guiados por nuestras ideas, conceptos y visiones, es importante identificar el momento exacto donde un ajuste o cambio es necesario, los prejuicios sobre lo desconocido es un lastre que se debe soltar para asegurar la permanencia y cambio.

Manifestar todo aquello en lo que los demás dicen que somos mejores, tanto proveedores y clientes, es una buena práctica de autoconocimiento y ayuda a potenciar aquello en lo que aún no somos tan buenos. Por todos los nuevos cambios que puedan venir en la industria, sin duda nuestra resistencia y adaptación al cambio se pondrá a prueba, el tamaño del ajuste a esos hilos que nos mueven depende de cada uno.